Evangelio del día y Comentario de hoy (18 de Mayo)
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,26–16,4a):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».
Palabra del Señor
LEYES: San Félix de Cantalicio – El Santo del día (18 de Mayo)
Reflexión del Evangelio de hoy
El Señor le abrió el corazón
Creemos que la verdadera actitud que hay que adoptar ante la Palabra de Dios es la misma que tuvo Lidia ante la predicación de Pablo, esa escucha humilde, confiada, despojada de todo esquema o idea preconcebidos; simplemente tener en cuenta y ser dócil a lo que Dios quería de ella. Y como consecuencia de esta atenta y activa escucha de la Palabra de Dios, surge el servicio generoso y desinteresado para con los demás.
¿Cómo se puede ser auténticos oyentes y orantes de la Palabra de Dios en nuestra vida cotidiana?
Él dará testimonio de mí
En este fragmento del Evangelio de San Juan, Jesús nos muestra la estrecha comunión que Él tiene con el Padre y el Espíritu Santo, dando a entender que el Espíritu Santo da testimonio de ÉL y Él, a su vez, del Padre, manifestando que Dios Padre, en esta comunión Trinitaria, nos llena siempre de sus dones y de sus gracias; y el más precioso don que Él nos regala, después de su Hijo, es el Espíritu Santo.
Todo lo bueno que tenemos, las cualidades del alma y del cuerpo son gracias del Espíritu Santo y se trasforman en un nuevo regalo de Dios para los demás, que también nos fortalecen para morir al hombre viejo con todo su egoísmo, soberbia y vanidad.
El Espíritu Santo, calienta lo que es tibio o frío en nuestro trato con Dios y nos reviste de Cristo Resucitado, para vivir la nueva Vida como verdaderos hijos de Dios, siendo testigos de su Amor con nuestra entrega y testimonio.
Pero para dar este testimonio de fe en Cristo, que es el Mesías, es esencial la venida del Espíritu Santo, tanto para los discípulos como para nosotros, porque el seguimiento del Señor, ya nos lo advierte Él, nos acarreará persecuciones, incomprensiones; pero sabemos que el discípulo no es más que su Maestro, lo importante es que permanezcamos confiados y firmes en Él. Porque cuando tenemos un dolor, un sufrimiento, algo incomprensible, ¿qué hacemos? ¿Intentamos razonar, buscar soluciones por donde sea? O ¿acudimos al Espíritu Santo para que Él nos ilumine y no nos escandalice lo que nos está pasando, sin asustarnos de la cruz de Cristo en nuestra vida?
El verdadero testimonio no es el nuestro, sino el que el Espíritu Santo da de Jesucristo, porque nosotros no podemos pretender dar testimonio de nosotros mismos. Siempre debemos acudir a la Palabra de Dios, para recordar todo lo que nos dijo el Señor.
Oremos con María, la llena de gracia, nuestra Madre, en la próxima fiesta del Huésped constante y dulcísimo de nuestras almas, y pidámosle la efusión y el fuego de su Divino Amor para toda la Iglesia, para la Orden, para que seamos muy fieles a sus divinas inspiraciones, nos ayude a conocer su voluntad y a cumplirla con todo el amor de nuestro corazón.
Monasterio de Santo Domingo – Dominicas
San Sebastián
Fuente www.dominicos.org