En la Jornada Mundial Misionera, el Papa Francisco recuerda durante el Ángelus al nuevo beato, el misionero Don Alfredo Cremonesi, e invita a escuchar el fuerte llamado a la misión a todos los pueblos así como a rezar por los misioneros.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
En el XXIX Domingo del Tiempo Ordinario y tras presidir la Santa Misa por la Evangelización de los Pueblos, el Santo Padre se desplazó hasta el Balcón del Palacio Apostólico para recitar la oración mariana del Ángelus. “La Jornada Mundial Misionera, que se celebra hoy, es una ocasión favorable para que cada bautizado sea más consciente de la necesidad de cooperar en la proclamación del Reino de Dios a través de un compromiso renovado” dijo ante los miles de fieles presentes en la Plaza de San Pedro. Además, como de costumbre, comentó el Evangelio propuesto por la liturgia del día en el que destaca la exhortación que Pablo dirige a su fiel colaborador Timoteo y a través de la cual le insta a anunciar la Palabra.
Francisco señala que precisamente la Jornada Mundial Misionera “es una ocasión favorable para que cada bautizado sea más consciente de la necesidad del anuncio de La Palabra y de la proclamación del Reino de Dios” y recuerda que la Carta Apostólica Maximum Illud promulgada por Benedicto XV hace 100 años insta concretamente a esto, a dar “un nuevo impulso a la responsabilidad misionera de toda la Iglesia”. Además, explica que es un mensaje “que sigue siendo relevante hoy” y nos anima a superar “la tentación de cualquier cierre autorreferencial y cualquier forma de pesimismo pastoral, para abrirnos a la alegre novedad del Evangelio”.
Hablando a cerca de como hoy en día el mundo está marcado por una globalización que sufre de homologación y viejos conflictos de poder que alimentan las guerras y arruinan el planeta, el Papa señala que los creyentes están llamados a llevar a todas partes, con nuevo empuje, la buena noticia: “Se trata de escuchar el fuerte llamado a la misión a todos los pueblos y a aquellos que viven al margen aquí entre nosotros. Es de nuestra fraternidad, vivida con fe y caridad, que fluyen la fuerza y el impulso hacia la misión”.
Francisco después puntualizó que para vivir plenamente la misión hay una condición indispensable: “la oración”. “Una oración ferviente e incesante, según la enseñanza de Jesús proclamada también en el Evangelio de hoy, en la que Él cuenta una parábola sobre la necesidad de rezar siempre, sin cansarse nunca”. Antes de concluir, destaca su invitación final a rezar por los misioneros: “hoy es una buena ocasión para preguntarse ¿rezo por los misioneros? Pensemos en ello”.
Tras el rezo de la oración mariana del Ángelus, el Papa recordó que ayer, en Crema, fue proclamado Beato el mártir Don Alfredo Cremonesi, sacerdote misionero del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, asesinado en Birmania en 1953. “Fue un incansable apóstol de paz y un celoso testigo del Evangelio, hasta el derramamiento de sangre” expresó el Papa y pidió ante los fieles que su ejemplo nos inste “a ser trabajadores de fraternidad y misioneros valientes en todos los entornos”.
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