Evangelio del día y Comentario de hoy (3 de Septiembre)
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,1-11):
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor
LEYES: San Gregorio I Magno – El Santo del día (3 de Septiembre)
Comentario al Evangelio de hoy
Vamos a fijarnos en la última frase del Evangelio de hoy. Posiblemente es la más importante: “Y dejándolo todo, lo siguieron.” Eso marca el final de un proceso. Y el final suele ser lo más importante. Por en medio habrá habido pasos adelante y pasos atrás, dudas, vacilaciones, momentos de luz y claridad… Pero lo importante es llegar.
Dos historias para aclararlo. Recuerdo que cuando estaban a punto de beatificar al fundador del Opus Dei, vi un programa de televisión en el que unos invitados debatían sobre la vida del santo. Uno de ellos comenzó a contar que en la vida del futuro beato había habido algunos momentos de oscuridad, no tan santos para entendernos. Fue un jesuita el que le respondió –y muy bien– que lo importante era el final, que en todo proceso hay momentos diversos y que, dadas las limitaciones que tenemos todas las personas, no es de extrañar que en la vida de monseñor Escrivá hubiese habido momentos de dificultad, de oscuridad, errores incluso. Lo importante había sido su capacidad para superar esos momentos, para seguir caminando, para mantener firme la mirada en la meta.
La otra historia pertenece a mi propia experiencia cuando hace año hice el Camino de Santiago. Es un camino largo, 700 kilómetros. Un mes caminando todos los días. Hay momentos para todo. A veces duelen los pies y las piernas. A veces uno se siente cansado. Hay momentos en lo que uno se pregunta por qué se metió en semejante locura o qué se le ha perdido en Santiago. Pero también hay momentos de luz, de claridad, de buen humor, de diálogo con los otros caminantes con los que se comparte el Camino. Y, al final, cuando se llega, se sabe que todo lo que se ha pasado, alguna tendinitis y muchas ampollas incluidas, ha valido la pena.
Pedro escuchó a Jesús, luego le siguió, luego dudó, luego le volvió a seguir. Por el camino llegó a negar haber conocido a Jesús. Es que Pedro era una persona normal, como nosotros. Con sus debilidades y sus fortalezas. Lo importante es que se mantuvo en el empeño. Siguió tras Jesús. Y llegó a su meta. Si él pudo, nosotros también. No importa lo que haya habido por el camino. No importan los errores cometidos. Lo importante es seguir y llegar. Y, no lo dudemos, la gracias de Dios está con nosotros. Como lo estuvo con Pedro.
Fernando Torres, cmf
Fuente www.ciudadredonda.org