Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,27-32):
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: “Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas”! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»
Palabra del Señor
LEYES: Virgen Negra de Czestochowa – El Santo del día
Queridos hermanos:
Confundidos por algunos discursos alarmistas que anunciaban el final de la Historia y la venida del Señor, algunos discípulos de Tesalónica se habían dejado llevar por el derrotismo de la inminencia y pretendían evadirse de sus responsabilidades cotidianas dejando de trabajar.
También, a veces, nosotros confundimos la esperanza cristiana. Nos contagiamos de pasividad, nos creemos que no merece la pena el esfuerzo, nos convencemos de que todo está muy mal y de que no podemos hacer nada, no somos salvadores de nadie. Nos olvidamos que la esperanza, rasgo distintivo de nuestro seguimiento, construye en la historia y la historia necesita de nuestro trabajo y voluntad, de nuestro dinamismo y vitalidad, de nuestra confianza y creatividad, de nuestra pasión por Cristo y por la humanidad.
Nuestro mundo tiene muchas bondades y junto a ellas conviven también otras tantas situaciones límite. Soledad, tristeza, corrupción, abandonos, violencia de género, guerras, familias rotas, pobrezas, incendios, marginación, terrorismo, inmigración, fundamentalismos… ¿qué podemos hacer?. Esperar… anticipando la vuelta del Señor, haciendo realidad el proyecto del evangelio. Invitación a asumir nuestra responsabilidad, llamada al compromiso solidario, a la implicación compasiva de por vida. Creernos que tal vez “un grano no haga granero pero ayuda al compañero”.
Llamada a no ser carga para nadie sino parte de un todo, realidad de la comunión de vida, gozo de la fraternidad universal. Y la invitación aún puede ser más osada: no sólo no ser carga sino aliviar cargas, empeñar la vida en aligerar el peso de otros, erigir su dignidad, dignificar su humanidad. Sencillear y simplificar procesos. Sostener vidas. Consolar tristezas. Alimentar esperanzas. Acompañar soledades. Acariciar heridas. Ahuyentar miedos. Cubrir necesidades. Acoger lo extraño y vulnerable. Amar inclusivamente, desde la entraña, creyendo y creando.
CR
Fuente www.ciudadredonda.org
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