Evangelio del día y Comentario (13 de Noviembre)
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,26-37):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.»
Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?»
Él contestó: «Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»
Palabra del Señor
LEYES: Beata María Teresa de Jesús – El Santo del día (Historia y Oración)
Comentario al Evangelio
Una primera lectura del Evangelio de hoy nos puede asustar, ¡La que se nos viene encima con eso del “día del Hijo del hombre”! Parece que va a ser terrible. Todo va a suceder como es normal. Levantarse, comenzar el día, trabajar, comer, descansar, y vuelta otra vez a la misma historia. Pero, según nos dice Jesús, el día del Hijo del hombre toda esa normalidad va a terminar de golpe. Un corte tremendo que va a hacer parecer tonterías esas películas que hablan de desastres terribles.
Pero vamos a ser realistas. La vida nuestra tiene algo de ir de susto en susto. Y si leemos un poco de historia pues no haremos más que confirmar esa impresión. ¿Qué siglo se ha librado de guerras, epidemias, terremotos, terrorismo, dictaduras, huracanes y cosas peores? Seamos realistas: ninguno. A veces algún país tiene la suerte de vivir un periodo relativamente largo de paz, sin que sucedan ninguna de esas cosas terribles. Pero eso es casi más la excepción que la regla.
Por si alguno tiene alguna duda, que repase la historia reciente. Estábamos tan tranquilos, o más bien, creíamos estarlo, y llegó el covid 19 con su potencial de muerte. Está cambiando nuestras vidas, amenazando nuestra economía. Nadie se salva de él. Ciertamente el covid 19 no tiene prejuicios raciales ni de clase social. Y esto por comentar lo que más dicen los medios de comunicación. Porque guerras y terrorismo y mafias y otras cosas siguen campando en muchos países.
Jesús no nos está amenazando con el fin del mundo ni con el desastre. Más bien. Nos recuerda lo que nos dijo el otro día. El reino de Dios está dentro de nosotros y es hoy, aquí y ahora, donde nos tenemos que jugar nuestra vida. Es hoy, aquí y ahora, donde tenemos que dar el do de pecho como cristianos y seguidores de su buena nueva de amor y misericordia y perdón y reconciliación para todos. Hoy, cuando estamos en paz y tranquilos. Y hoy, cuando llega el covid 19 o cuando la violencia nos cerca o cuando el terremoto sacude nuestras casas o cuando sucede cualquier otra cosa que conmueve nuestras rutinas y nos obliga a cambiar el paso. El que ante esas nuevas situaciones pretenda salvar su vida, la perderá. El que pretenda hacer lo de siempre o esconderse asustado tratando de salvar lo suyo, lo perderá todo. Sólo el que abra los ojos e intente vivir en cristiano la nueva situación en que nos encontramos cada día, es el que gozará de la vida.
Porque la verdad es que cada día es nuevo. Cada día se nos plantean desafíos, retos, situaciones adversas, complicaciones. En el trabajo, en la familia, en el barrio o en el grupo de amigos, en la sociedad, en el mundo. Cada día tenemos que responder en cristiano. Lo nuestro no es hacer del avestruz: esconder la cabeza en el suelo. Lo nuestro es, como Jesús y con Jesús, levantar la cabeza y tratar de responder con la dignidad de los hijos e hijas de Dios a esas situaciones que se nos plantean cada día. Sin miedo. Porque el amor de Dios está con nosotros. (Fernando Torres cmf – ciudadredonda.org)