Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.” Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco.” Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»
Palabra del Señor
LEYES: San Agustín – El Santo del día (28 de Agosto)
Queridos hermanos:
Ayer la madre, y hoy el hijo. Una familia santa. Por caminos distintos y misteriosos, como son los caminos de Dios.
La paciencia es un rasgo del corazón compasivo de Dios. Y de distintas maneras nos recuerda la Palabra que la paciencia de Dios es nuestra salvación.
Nada se improvisa. Con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Las prudentes, junto con sus lámparas, tomaron aceite en las alcuzas. Nada se improvisa. Es la afirmación que sintetiza la buena noticia del evangelio. Llamada reiterada a estar preparados. Saber esperar, estando dispuestos a dejarnos sorprender.
Tiempo. Si nada se improvisa hablamos en coordenadas de tiempo. Proceso. Crecimiento. Paciencia. Vivimos en la cultura de lo inmediato, agobiados y dispersos por los ritmos que nos marcan. Corremos el riesgo de ahogar la vida por privarla de espacios y condiciones para crecer.
A veces, en lugar de vivir la vida nos hacemos consumidores de experiencias sin darnos tiempo suficiente para que dejen poso, sin darnos tiempo para descubrir el paso y poso de Dios. Necesitamos cuestionarnos esa impaciencia sinónima de eficacia y acoger confiados la lentitud de los procesos de crecimiento, necesitamos trabajarnos por dentro y experimentar la dicha de los que esperan. ¡Señor, Señor ábrenos! pero él les respondió: no os conozco. Saber esperar. Aún en nuestra condición de criaturas, en la pequeñez y en la debilidad -como el novio tardaba, se durmieron todas-. Resistir. Sostener. Permanecer. Perseverar. Si nos entregamos a estas esperas experimentaremos una fuerza y un conocimiento nuevos. Las mujeres que saben esperar al novio y que entran al banquete son llamadas prudentes. Y la prudencia es sabiduría práctica, sensatez, delicadeza, acierto, discreción, cordura, juicio, ponderación, tolerancia. La prudencia es don y ejercitarla, nuestra tarea.
Fuente www.ciudadredonda.org
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