Evangelio y Comentario de hoy: Lunes, 8 de Febrero
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,53-56):
En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron. Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.
Palabra del Señor
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Comentario
(Fuente www.ciudadredonda.org) Hay gente o situaciones que nos generan una admiración peligrosa. Esa admiración que nos lleva hasta la envidia o nos deja enganchados en nuestra propia pequeñez: “con lo bien que lo haces y lo mal que me sale a mí”…
Y hay otra admiración sana y constructiva que no solo no nos quita nada de nuestro propio valor sino que nos empuja a querer estar más cerca de esa persona, a seguir disfrutando de sus dones, su presencia, su sonrisa, su bien hacer.
Esta semana comenzamos a leer el libro del Génesis, concretamente el relato de la Creación. No pocas religiones y ritos antiguos asocian una especie de temor reverencial al Creador, a quien es el Origen de todo, quien tiene poder para dar la vida y para quitarla, para que salga el sol y para que se nublen los cielos. Sería una pena que nosotros, cristianos hoy, dejáramos que se nos colara alguna brizna de este sentimiento. Una admiración o un reconocimiento peligroso. Lo nuestro tendría que parecerse más a ese deseo sencillo y transparente de las mujeres y hombres que se encontraban con Jesús: todos querían estar tan cerca de El que pudieran tocar al menos la orla de su manto. Y los que le tocaban, se curaban, dice el evangelio de Marcos.
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¡Bendice alma mía al Señor! Que reconocer su grandeza y gozar con sus obras nunca me haga dudar de mi propia dignidad, de mi valor, de mi bondad. ¡Bendice alma mía al Señor! Que ansíe más estar cerca de Ti y sentirme curado (sano) que todos los homenajes, alabanzas y ritos de aclamación ante un Dios omnipotente y alejado de nuestros caminos.
Vuestra hermana en la fe,
Rosa Ruiz @rosaruizrmi