La gloriosa virgen y mártir Santa Lucía, es uno de los ornamentos más brillantes de la Iglesia. Ella nació de padres honorables y ricos en la ciudad de Siracusa, y educada desde su cuna en la fe de Cristo.
Santa Lucía perdió a su padre en su infancia, pero su madre, la tomó bajo su cuidado y proveerla así sentimientos tiernos y sublimes sobre la piedad y la religión.
Debido a las primeras impresiones de fe que recibió en su infancia y la fuerte influencia de la gracia divina, Lucía no descubrió alguna otra disposición sino hacia la virtud cristiana, y siendo aún una niña ofreció a Dios la flor de su virginidad. Este voto lo mantuvo en secreto.
Santa Lucía también era bien conocida por sus hermosos ojos. Se decía que sus ojos irradiaban su amor por Cristo.
Cuando Santa Lucía entró a la adolescencia, su madre (sin conocer el voto de Lucía), quiso casarla con un joven caballero que era un pagano. Santa Lucía buscó ocasiones para impedir que este plan se llevara a cabo.
Pasado algún tiempo, su madre fue enfermó con un problemático flujo de sangre, bajo el cual trabajó cuatro años sin encontrar ningún remedio recurriendo a todos los médicos posibles. Finalmente, fue persuadida por su hija para ir en peregrinación a la tumba de Santa Águeda y ofrecer sus oraciones a Dios para encontrar alivio. La madre aceptó la propuesta de Lucia de que si ella se curaba la dejaría ejercer su voto de virginidad.
Santa Lucía la acompañó hasta allí, y sus oraciones fueron exitosas, su mamá se curó instantáneamente y permitió a Lucía ejercer su vocación
El pretendiente se enteró de esto y enojado la denunció a las autoridades romanas locales, quienes la condenaron a ser trasladada a un burdel y obligada a la prostitución. Esta orden fue frustrada por intervención divina; Lucía se hizo inmóvil como estatua que ni la fuerza de 5 hombres pudieron moverla, así entonces, ella no pudo ser ultrajada.
Santa Lucía fue condenada después a muerte por el fuego, pero resultó impermeable a las llamas que rosaron su carne sin causarle el más mínimo daño.
Muchas fueron las torturas que le propinaron a la Santa, y durante la tortura, los ojos de Santa Lucía le fueron arrancados, pero Dios, en su infinito amor le restauró la vista y colocó otro par de ojos en su lugar
Finalmente, su cuello fue traspasado por una espada y ella murió
Por siglos, Santa Lucía ha sido muy invocada para curarse de enfermedades en los ojos. Ella es la patrona de las personas ciegas y con problemas de la vista. Te ofrecemos la siguiente oración.
Oh queridísima Santa Lucía, acudo a ti para que intercedas ante el Trono divino y me consigas las gracias que necesita mi alma para vivir en santidad.
Tú preferiste que tus ojos fueran arrancados en lugar de negar la fe y contaminar tu alma; Y Dios, a través de un milagro extraordinario, los reemplazó con otro par de ojos perfectos para recompensar vuestra virtud y fe, designándote como la protectora contra las enfermedades de la vista.
– Nombrar aquí su intención –
Oh, apreciada Santa Lucía, vengo a ti para que protejas mi vista y sanes la enfermedad en mis ojos.
Ayúdame a conservar la luz de mis ojos para que puedan ver las bellezas de la creación, el resplandor del sol, el color de las flores y la sonrisa de los niños.
Preserva también los ojos de mi alma, la fe, a través de la cual puedo conocer a mi Dios, entender Sus enseñanzas, reconocer Su amor por mí y a nunca perder el camino que me lleva a donde tú, Santa Lucía, te encuentras en compañía de Los ángeles y los santos.
Oh Santa Lucía, protege mis ojos y conserva mi fe.
Amén.
Rezar 3 Padrenuestro, 3 Ave María y 3 Gloria.
Oh Gloriosa Santa Lucía, Virgen y Mártir, tú glorificaste grandemente al Señor prefiriendo sacrificar tu vida en lugar de ser infiel. Ven en mi ayuda y, a través del amor de la Gracia de nuestro Señor, sálvanos de todas las debilidades de los ojos y del peligro de perderlos.
– Nombrar aquí su intención –
Que por tu poderosa intercesión, podamos pasar nuestra vida en la paz del Señor y poder verle con nuestros ojos transfigurados en el eterno esplendor de la Patria Celestial.
Amén.
Santa Lucía, ruega por nosotros y por los más necesitados.
Por el mismo JesuCristo nuestro Señor.
Amén.
Credit: Vatican News
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