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Oh glorioso patrón nuestro San Miguel Arcángel, príncipe de la Milicia Celestial, que has sido puesto por la Divina Providencia para defensa perene de la verdad, defiende y protege también nuestra obra y a todos nosotros Pequeños Obreros del Señor, los cuales nacidos de tu nombre y animados por tu poderosos patrocinio nos consagramos incondicionalmente, bajo la invencible bandera de Dios, al servicio de la Jerarquía Eclesiástica, para defender y exaltar con todos los medio posibles, aún a costa de nuestra propia sangre, al Sumo Pontífice y a la Santa Iglesia Católica, Cuerpo Místico de Cristo y nuestra amada Madre universal, a fin de que se haga un solo rebaño con un solo pastor. Amén