La oración del Domingo de Pascua, El Domingo de Pascua o el Día de Pascua es el día más importante del año para todos los cristianos. Celebramos el momento glorioso en que Jesús, el Hijo del Dios vivo, se levantó del sepulcro luego de tres días de haber entregado su vida en la Cruz, resucitando de entre los muertos, derrotando al mal para siempre.
Jesús no está muerto. Él se levantó de la tumba, contra todas las mentiras y planes de Satanás, y prometió las más grandes y maravillosas promesas de su Reino.
Dos mil años después, la resurrección todavía predica la alianza de amor eterna de Dios en ganar cada victoria para ti si pones toda tu confianza en Él y no en las cosas del mundo.
Satanás conspiró con Judas, Pilatos y los líderes judíos del sanedrín de aquellos tiempos para asesinar al autor de la vida, pero “Dios lo resucitó de entre los muertos, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre Él” (Cfr Hechos 2:24)
Y si crees en él, la muerte tampoco te podrá detener: pues Jesús dijo:
“Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Juan 11,25)
Jesús se levantó de entre las sombras para demostrar que había derrotado a la muerte. Hasta ese día, la muerte parecía tragar cada gota de vida y esperanza de generación en generación. “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23), y “Todos están sometidos al pecado, tanto los judíos como los que no lo son” (Romanos 3:10). Entonces, ¿cómo podrían los pecadores tener alguna esperanza de escapar de la muerte?
Jesús venció las tinieblas y se levantó victorioso para demostrar el poder de rus Reino y de su amor. Él nos prometió que eventualmente regresaría y vendría a dar a cada quien lo que cada uno ha cosechado.
Este Domingo de Pascua es una declaración de amor a Dios, es tiempo de hacer notar que nuestra esperanza está tan viva como Jesús.
Hoy es un gran día para declarar todo tu amor a Dios. Para detenerse y reflexionar junto a la tumba vacía del Señor, y recordar la locura de amor extremo que Dios fue capaz de hacer por ti y por mí.
Mi Señor Resucitado, qué bueno es sentir tu presencia poderosa pero acogedora que despierta y llena de vida todos los ambientes que me rodean, alejando todo sentimiento de angustia y abandono.
Ayúdame a permanecer siempre cerca de Ti, porque solo de Ti me viene ese amor que me sostiene, esa fuerza que me restaura y todo ese poder para seguir luchando con valentía.
Gracias por tu eterno sacrificio de amor en la Cruz, por tu gloriosa resurrección que me invita renovar mi corazón en tus promesas, y gracias por todos los momentos de oración que hemos disfrutado juntos.
Ayúdame a reconocerte en todo momento, sentir que estás vivo y presente, sentir tu cercanía y la calidez de tu voz que consuela y trae la paz al alma. Sólo tu voz quiero seguir, solo tu voz quiero sentir.
Ayúdame a reconocer tu voz en las tristezas y alegrías, en los momentos de aflicción. Quiero recurrir a ella y rendirme a tu voluntad porque Tú has derrotado la muerte y me has dado el regalo de la salvación.
Te pido que sigas obrando en mí, sigue bendiciéndome y abriendo caminos de sanación, de salud, de fortaleza, de esperanzas. Capacítame con tu sabiduría para saber romper todo muro de dolor que no me deja avanzar.
Dame la gracia de poder liberarme de miedos y opresiones, de sentirme capacitado y valiente para salir y anunciar todo lo bueno de tus promesas.
Quiero nacer de nuevo en el Espíritu, rehacer mi vida para alabarte y adorarte, porque en ningunas otras manos yo podría estar más seguro.
Amén.
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