“Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado” (Lc 24, 29).
Quédate con nosotros, Señor, acompáñanos aunque no siempre hayamos sabido reconocerte.
Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo más densas las sombras, y tú eres la Luz; en nuestros corazones se insinúa la desesperanza, y tú los haces arder con la certeza de la Pascua.
Estamos cansados del camino, pero tú nos confortas en la fracción del pan para anunciar a nuestros hermanos que en verdad tú has resucitado y que nos has dado la misión de ser testigos de tu resurrección.
Quédate en nuestras familias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas en sus dificultades, consuélalas en sus sufrimientos y en la fatiga de cada día, cuando en torno a ellas se acumulan sombras que amenazan su unidad y su naturaleza.
Tú que eres la Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo nidos donde nazca la vida humana abundante y generosamente, donde se acoja, se ame, se respete la vida desde su concepción hasta su término natural.
Quédate, Señor, con aquellos que en nuestras sociedades son más vulnerables; quédate con los pobres y humildes, con los indígenas y afroamericanos, que no siempre han encontrado espacios y apoyo para expresar la riqueza de su cultura y la sabiduría de su identidad.
Quédate, Señor, con nuestros niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro continente, protégelos de tantas insidias que atentan contra su inocencia y contra sus legítimas esperanzas.
¡Oh buen Pastor, quédate con nuestros ancianos y con nuestros enfermos!
¡Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros!
Por Benedicto XVI
Pieno di fiducia nella tua promessa, eccomi ai tuoi piedi, o divino Bambinello, a esporti le mie necessità. Aiutami a condurre una vita santa, affinché possa giungere un giorno alla Patria celeste; e per i meriti della tua santa infanzia, pèr l’ intercessione dell’ amabilissima tua Madre e dei Santi Arcangeli Michele e Gabriele, degnati di concedermi la grazia che imploro.
Te la chiedo con la più viva speranza perché sai quanto ne ho bisogno. O dolce Bambino, non deludere la mia speranza! Mi affido alla tenerezza ed alla misericordia del tuo Cuore divino, sicuro che ascolterai la mia preghiera. Così sia.
3 Gloria al Padre
Atto di abbandono a Gesù Bambino
Piccolo Gesù, io mi abbandono a te, alle tue mani di bimbo. Voglio rimanere ferma sotto la tua azione, come creta nelle mani del vasaio.
Plasmami, modellami come vuoi tu, come piace a te. Gesù, come un giocattolo nelle tua mani, prendimi, lanciami, lasciami… nella tua volontà è la mia pace. Gesù, mio piccolo re, è tanto bello sapere che il Padre ti ama e ti ha dato in mano ogni cosa; anch’ io sono nelle tue mani custodita dal tuo amore.
Tienimi in te, perché stupende sono le tue opere. Amen.
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