Papa Francisco saluda al pueblo brasilero en la fiesta de Nuestra Señora de Aparecida
.Al inicio de la séptima Congregación del Sínodo Especial para la Región Panamazónica, el Santo Padre envió un mensaje de saludo al pueblo brasileño en ocasión de la fiesta litúrgica de Nuestra Señora de Aparecida, Patrona de Brasil.
Ciudad del Vaticano
“En el día de Nuestra Señora de Aparecida, llevo en mi corazón al pueblo brasilero y les mando un saludo. Y que Ella, pequeñita, humilde, los siga cubriendo y los acompañe en su camino: camino de paz, alegría y justicia. Los acompañe en sus dolores, cuando no pueden crecer por tantas limitaciones políticas, o sociales o ecológicas, y de tantos lugares que provienen. Que Ella les ayude a crecer y a liberarse continuamente. Que los bendiga”, es el deseo del Papa Francisco para todo el pueblo brasileño que hoy festeja la fiesta litúrgica de Nuestra Señora de Aparecida, Patrona de Brasil.
Brasil en el corazón del Papa
La mañana de este sábado, 12 de octubre, al inicio de la séptima Congregación del Sínodo Especial para la Región Panamazónica, el Santo Padre dijo que, “lleva en su corazón al pueblo brasilero” y pidió que la Virgen María, en la advocación de Nuestra Señora de Aparecida, “los siga cubriendo y los acompañe en su camino: camino de paz, alegría y justicia. Los acompañe en sus dolores, cuando no pueden crecer por tantas limitaciones políticas, o sociales o ecológicas”.
Devoción a Nuestra Señora de Aparecida
Nuestra Señora de Aparecida, declarada Patrona de Brasil en 1929 por el Papa Pío XI y cuya imagen se conserva en la Basílica que lleva su nombre, en el Estado de Sao Paulo. La devoción surgió cuando un grupo de pescadores encontraron en el río Paraíba una imagen de 36 centímetros de la Inmaculada Concepción hecha en arcilla modelada y endurecida al horno. Esto sucedió después de que los pescadores pidieran la intercesión de Santa María para obtener peces.
El título de “Aparecida” deriva del verbo “aparecer” porque fue en un momento de gran necesidad que los pescadores la encontraron y se dieron cuenta de que este hecho indicaba una señal de la intercesión de María. La imagen tenía un color oscuro y ennegrecido por el tipo de material en que estaba hecha y también por haber estado perdida en el río. Tras encontrar la imagen, los pescadores volvieron a echar sus redes y lograron una abundante pesca. Los pescadores se llevaron la imagen y en la casa de uno de ellos le arreglaron un sencillo altar. Más tarde otro pescador al trasladarse a Itaguassú construyó en su nuevo domicilio un oratorio y en él puso la imagen, ante la cual los vecinos se reunían para rezar el Rosario y entonar himnos.
El 5 de mayo de 1743 se comenzó a construir el templo de Nuestra Señora Aparecida, el cual se inauguró el 26 de julio de 1745. En 1955 comenzó la construcción de la nueva Basílica de Nuestra Señora Aparecida en Sao Paulo. El 4 de julio de 1980, San Juan Pablo II, durante su visita a Brasil, consagró la Basílica y la declaró el mayor Santuario Mariano del mundo.